
En realidad se trata de un Templo de Culto Imperial ubicado al fondo de una gran plaza que fue parcialmente nivelada, ya que se evidencian en algunas zonas restos de un criptopórtico. De la plaza se conservan aún lastras de mármol de su pavimentación así como los muros que la delimitaban, también los dos estanques que flanqueaban al edificio.
El templo, de planta rectangular, se alza sobre un alto podio de granito que concluye en molduras. Sobre él asienta la columnata cuyos tambores de granito estuvieron estucados y pintados. Esta columnata rodea todo el templo. En su frente, al sur, presenta seis columnas sobre las que asentaba el tímpano. Una escalinata, de la que sólo se conserva la subestructura, servía de acceso a la cella. En una exedra que segmentaba la escalinata puede que se ubicara el altar.
Debió de erigirse aún bajo el poder de Augusto. Su estado de conservación excepcional se debe a que, durante siglos, el templo sirvió de cimiento y armazón del palacio renacentista del Conde de los Corbos, del que se conservan aún algunas partes.
Saliendo por la calle Berzocana llegaremos a la calle de Santa Eulalia, en ella podemos admirar una pequeña joya de la arquitectura neomudéjar de principios del siglo XX, el mercado de abastos “José María de Calatrava”, diseñado por el arquitecto extremeño Ventura Vaca.